Zaragoza


Venecia no era segura. Por miedo tuve que huir de allí e incluso salir de Italia. Ahora estoy en Zaragoza. Estoy alojada en una pensión de mala muerte, rodeada de drogadictos y prostitutas cerca de la Plaza Paraíso, pero al menos su discreción la hace segura. Prefiero no decirte el nombre por miedo a que intercepten la carta, aunque no me vaya a quedar mucho aquí.


Después de tres meses persiguiendo al asesino de mi hermano y aferrándome a cada esperanza por saber un poco más sobre él, sólo he llegado a la conclusión de que sea quien sea, es alguien que lo sabía todo sobre mi familia y que era de origen español. Por suerte lo pude averiguar contactando con la mujer que llevaba la recepción del hotel donde se celebró la fiesta de máscaras. Me dijo que la noche anterior a al muerte de Marco, un hombre con un acento muy peculiar le había pedido la habitación más cercana al Gran Canal y la más alta del edificio, entonces supe que era él porque cuando Marco y yo fuimos tras él cuando le vimos toqueteando las cosas en la cocina, perdimos su pista en la parte superior del hotel, en el tejado.


No puedo aguantar mucho en esta ciudad. La policía italiana me sigue buscando, y Zaragoza es una ciudad demasiado al norte como para esconderme, pronto llegarán aquí. Pero no puedo marcharme ya, y menos sin averiguar nada., eso sólo me habría hecho perder el tiempo. Mañana he de dirigirme a L’Aseo donde me reuniré con Fermín, ¿lo recuerdas? Era el capellán que ofrecía misa en la basílica de Santa Croce de Florencia. Era muy amigo de mis padres, pero cuando murieron se vio obligado a huir también. Por carta me dijo que en Italia no paran de buscarme por todas partes porque el gobierno provisional ha llegado a la conclusión de que quien fuera el que envenenara la comida tenía que pertenecer al servicio del hotel. Pero todo murieron esa noche intoxicados menos mi hermano y yo, y ahora soy la única sospechosa.


Lo que todavía no entiendo es por qué nos perseguía. ¿Que le hicimos Marco y yo para querer matarnos si en realidad no pudimos verle la cara? Ya ha acabado con todo el gobierno italiano, ¿qué sentido tiene querer acabar con mi hermano? Cada vez estoy más confusa. Por mi cabeza ruedan tantas y tan descabelladas ideas ¿Y si mi hermano fuera un cómplice y no hizo bien su trabajo y por eso le mató? ¿Y si simplemente no quiere dejar ninguna prueba? Necesito ayuda.


Sé que probablemente también esté detrás de ti, así que no te arriesgues a buscarme. Yo te mantendré informado, aunque esta no sea la manera más segura de hacerlo. Pronto me iré de aquí, de hecho, si Fermín no me diera motivos para quedarme, mañana mismo cogeré un tren.


Espero serte de alguna ayuda. Sigue investigando a ese tal Ricardo Manzanares. Era el único español del congreso, y aunque esté muerto, la información que saques de sus alrededores puede sernos de gran ayuda.


Cuidate


Silvia

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Ley de Propiedad Intelectual

El pasado 19 de febrero, la ministra de Cultura, Angeles González Sinde, aseguró que queda poco para la llegada de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) y que va a luchas por conseguirla cueste lo que cuesta, a pesar de las exigencias del diputado popular, José María Lassalle, de llevar a cabo una reforma integral, para replantearla por completo, ya que según éste, no tiene en cuenta todos los aspectos que debería cuestionar.


Para los que no conocéis lo que es exactamente la LPI, aquí os dejo un video donde se explica claramente en qué consiste. Espero que os sirva de ayuda.




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Venecia


A pesar de que yo había hecho todo lo posible por evitarlo, él ahora estaba muerto. Tantos años luchando por escapar, tantos años evitando ser descubiertos, tantos años viajando de un lado a otro para poder escondernos de todo aquello que en realidad nos venía grande, y tuvo que ser en Venecia.


Aunque en un principio los carnavales nos iban a servir para evitar ser vistos si deambulábamos por las calles, las máscaras fueron en realidad nuestras peores enemigas. No caímos en la cuenta de que también podrían ser usadas en nuestra contra y fue así como perdimos esta batalla. Ahora sola en la ciudad arrasada por el mar, maldigo la hora en la que aquel enmascarado nos llevó hasta los pies del Campanille con sus farándulas. ¿Cómo pudimos ser tan idiotas? Protegido con su máscara nunca pudimos ver su rostro, y ahora no sé cómo encontrar al culpable de la muerte de mi hermano.


Ahora Marco está muerto y yo sigo huyendo de la sombra de un asesino, sigo sin poder dormir, sigo asustada pensando que en cualquier esquina de Venecia puedo encontrar la muerte. Pero esto no va a acabar así. Ya está bien de huir, es hora de que ese desgraciado pague por todo aquello que le ha hecho a mi familia.


Vengaré la muerte de mi hermano aunque sea lo último que haga y así liberaré a mi familia del peso que lleva en las espaldas y así podré demostrar que no fuimos nosotros los culpables.


Ese enmascarado pagará por lo que ha hecho y pronto se verá que no fuimos nosotros los causantes de todas las muertes de gobierno italiano aquella noche del 12 de octubre de 1892.

Continuará…

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París


Crearás la basílica más famosa de todo el mundo, y estará aquí, en París.


Uno oye estas palabras y enseguida se le llena la cabeza de mariposas, y más si eres un joven entusiasta como lo era yo.


Sacre Coeur la iban a llamar, y resplandecería sobre todo París gobernando la ciudad desde lo más alto de la colina de Montmatre. Sería la estrella del día, blanca y reluciente.


Hace ya 11 años desde aquel octubre de 1873 en el que yo, Paul Abadie, fui elegido como principal arquitecto de esta supuesta obra de Dios y no ha habido día desde entonces que no me haya arrepentido de aceptar esta misión.


Desde que ella me dejó, cada piedra que coloco en esta monstruosa iglesia, es una piedra que cargo sobre mi propia espalda y cada día se me hace más difícil seguir llevando esta carga. Ella lo era todo para mí. Mí día, mi sol, mi luz, mi inspiración. Pero la fama me cegó. El dinero y la esperanza de un futuro aún mejor hicieron que descuidara mi presente. Un presente lleno de vida, un presente que ahora, en el futuro, no tiene sentido sin ella. Sumido en un proyecto que me agotaba día y noche dejé escapar aquello por lo que tanto había luchado, aquello a lo que más amaba. Sophie.


Ahora, lejos de ti, pienso en aquellas tardes de primavera junto al Sena y aquellos fríos días de invierno al calor de tus piernas. ¿Cómo pudo ser? Yo la quería, y ella se fue. De hecho, aún la quiero y rezo a Dios todos los días que me la devuelva, que me devuelva a la vida.


Luché tras su muerte. Me aferré a la poca vida que aún respiraban mis pulmones, pero era consciente de que ella no regresaría nunca. Mi egoísmo y mi insensatez me habían convertido en un esclavo. La construcción de esa iglesia se llevaba cada hora y cada minuto que no pasaba a su lado, era casi una adicción. Y la perdí para siempre.


Ahora, ya no puedo seguir engañándome, no puedo seguir viviendo en una mentira, mi vida no tiene sentido. Desde esta maldita torre de Sacre Coeur ahora puedo ver todo el amargo esplendor de la noche parisina, mi última noche parisina, y desde aquí pongo fin a esta historia. Solo espero que sepas perdonarme Sophie, porque siempre te querré. Adiós.

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