París


Crearás la basílica más famosa de todo el mundo, y estará aquí, en París.


Uno oye estas palabras y enseguida se le llena la cabeza de mariposas, y más si eres un joven entusiasta como lo era yo.


Sacre Coeur la iban a llamar, y resplandecería sobre todo París gobernando la ciudad desde lo más alto de la colina de Montmatre. Sería la estrella del día, blanca y reluciente.


Hace ya 11 años desde aquel octubre de 1873 en el que yo, Paul Abadie, fui elegido como principal arquitecto de esta supuesta obra de Dios y no ha habido día desde entonces que no me haya arrepentido de aceptar esta misión.


Desde que ella me dejó, cada piedra que coloco en esta monstruosa iglesia, es una piedra que cargo sobre mi propia espalda y cada día se me hace más difícil seguir llevando esta carga. Ella lo era todo para mí. Mí día, mi sol, mi luz, mi inspiración. Pero la fama me cegó. El dinero y la esperanza de un futuro aún mejor hicieron que descuidara mi presente. Un presente lleno de vida, un presente que ahora, en el futuro, no tiene sentido sin ella. Sumido en un proyecto que me agotaba día y noche dejé escapar aquello por lo que tanto había luchado, aquello a lo que más amaba. Sophie.


Ahora, lejos de ti, pienso en aquellas tardes de primavera junto al Sena y aquellos fríos días de invierno al calor de tus piernas. ¿Cómo pudo ser? Yo la quería, y ella se fue. De hecho, aún la quiero y rezo a Dios todos los días que me la devuelva, que me devuelva a la vida.


Luché tras su muerte. Me aferré a la poca vida que aún respiraban mis pulmones, pero era consciente de que ella no regresaría nunca. Mi egoísmo y mi insensatez me habían convertido en un esclavo. La construcción de esa iglesia se llevaba cada hora y cada minuto que no pasaba a su lado, era casi una adicción. Y la perdí para siempre.


Ahora, ya no puedo seguir engañándome, no puedo seguir viviendo en una mentira, mi vida no tiene sentido. Desde esta maldita torre de Sacre Coeur ahora puedo ver todo el amargo esplendor de la noche parisina, mi última noche parisina, y desde aquí pongo fin a esta historia. Solo espero que sepas perdonarme Sophie, porque siempre te querré. Adiós.

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