Adiós California
Dejamos California (esta entrada la escribí en el avión hace ya más de una semana pero por motivos que yo mismo desconozco, no la he podido subir hasta ahora...)
Tiempo en Estados Unidos: 18 días y ya no me acuerdo de cuantas horas (tendré que buscar en Internet un contador o algo así)
Peso: hoy me he pesado en la báscula del aeropuerto de LA y he descubierto que estoy más o menos igual que como vine, a pesar de que pensaba que había engordado doscientos kilos. Será porque la Coca Cola me hincha cual pelota de piscina.
Estado de ánimo: con miedo. No sé qué va a ser de mí de aquí a unas horas. A lo mejor es más bien, incertidumbre.
Propósito del día: darle sentido a las cosas que lo tienen.
Sobrevolando un estado de Estados Unidos (no sé exactamente cuál) me doy cuenta de que ya han pasado 18 días desde que llegué aquí. Y lo peor de todo, han pasado volando. Por una parte parece que fue hace un mes cuando pillamos el avión a Nueva York, pero por otra parte estos días han sido tan tan intensos, que parece que han pasado en un chasquido de dedos. Así que, estoy muy contento a la vez que melancólico. Pero de aquí a unas horas estaré dándolo todo dentro de mi traje de muñeco (por cierto, todavía no sé cuál soy).
Un breve repaso desde mi última y primera entrada en el blog. Intentaré ser más breve, pero no prometo nada…
El jueves estuvimos en Universal Studios. Fue increíble. En realidad, no se trata de un parque de atracciones ni mucho menos. El que vaya con esa idea, se va a llevar una gran decepción. Se trata más bien de un parque temático con atracciones de entretenimiento, es decir, más bien orientadas al espectáculo visual. No quiero decir con esto que no me lo pasara bien, pero a lo mejor me faltó alguna que otra montaña rusa. En realidad fue un día interesante.
Fin de semana. Caótica organización de nuevo, y eso que no nos quedamos a dormir. ¿Intención? Saborear todo lo posible California. San Diego era la elección perfecta para ello. Primero un poco de playa después de pagar 20 dólares por una hamburguesa en un hotel en frente de la playa y visita nocturna de la ciudad. He de decir que fui uno de los pocos valientes que se aventuraron a meterse en el agua, y me siento orgulloso (el pacífico está heladísimo, nada se puede comparar). Apunte: el atardecer californiano en la playa de San Diego, viendo como poco a poco baja el anaranjado sol que baña a los surfistas en su intento por coger la “gran ola”, es algo difícilmente superable.
Día después. Domingo. Imposible levantarse a una hora decente, contando con que habíamos pasado una semana fatídica de clases, un examen (por cierto, fue un poco de coña) y un día larguísimo en San Diego. Se nos echó encima la hora de comer y tuvimos que rehacer el plan para adaptarlo a la tarde. Lo bueno es que descubrimos Lothian, el otro restaurante de la universidad, éste mucho mejor que el otro por su “all you can eat” (me puse como un cerdo…) Lo malo, al día siguiente teníamos que hacer una presentación sobre el trabajo que habíamos elegido, y claro (como no) mi grupo no habíamos empezado. Aún así, no podía quedarme en el Confort Inn (hotel que nos alojaba) en mi último día en California. Así que con mi Dodge negro impoluto alquilado, nos fuimos a Venice Beach un lugar completamente diferente a cualquier playa: batucada improvisada con más de 30 personas, skaters (un niño de 8 años a tope), típicas casetas de socorristas de vigilantes de la playa…Muy californiano todo, la verdad. Lo malo, es que sólo fuimos 5 porque no podíamos ir todos porque no había sitio para todos. Pero esos cinco irresponsables, no contentos con irse a la playa en vez de hacer el trabajo decidieron ir a cenar a Los Ángeles, ya que uno de ellos no lo había visto y llegaron al hotel a eso de las 2 de la mañana. Resultado: tooooda la noche haciendo el trabajo sobre un hotel especial sólo para mujeres. No sé cómo quedó la cosa, pero fue difícil hacer una exposición en inglés, o por lo menos para mí.
Y después de un fatídico día de exposiciones (8 horas seguidas de exposiciones, y como apunta mi amiga Lucía aquí presente “tremendo coñazo”) no podía con mi cuerpo. Una siesta y a celebrar la despedida tomando algo en la piscina como hemos venido haciendo todos los días, vamos ¡pool party a tope!
Y por la noche, coge el avión, ve al aeropuerto, prisas porque llegamos tarde, y al final estamos en el avión. Ahora volamos a Orlando y una mezcla de emoción y nervios invaden mi cabeza. ¿Solución? Esperar.
Si cuando esté en Disney me aburro mucho, iré comentando qué tal va todo. Si no, ya sabréis que todo va bien, ( o como ya le he dicho a madre, si no llamo es porque estoy bien) así que ya tendréis noticias mías. Un beso
0 Response to "Adiós California"
Publicar un comentario