Florencia


-¿No te da miedo esto?


-¿Miedo?¿Por qué tenía que darme miedo? Nos queremos, ¿qué hay de malo en eso?


- Sabes perfectamente lo que hay de malo…Tú eres el hijo del rey y yo soy una simple criada que le lava los calzoncillos. No te hagas el tonto.


-Pero mi padre sabrá aceptar nuestro amor, y si no lo hace, huiremos juntos, te lo prometo


- No me mientas. Tu padre lo está pasando muy mal últimamente. La pérdida de las colonias en el nuevo mundo le está hundiendo. Le oigo hablar desde la pared de la cocina y lleva días buscando una pretendienta adinerada para ti, cuyo padre pueda sacaros de la miseria sin que el resto de Europa se entere de vuestra situación. Deja de engañarme con falsas promesas. Tú harás lo que él te mande y tarde o temprano me dejarás aquí para unirte en matrimonio con esa tal Antonela del Reino de Nápoles, hija del rey Lucciano. ¿Hasta cuándo vas a engañarme?


- No te estoy engañando, te quiero, y ahora que te he sentido más que nunca, ahora que nuestros cuerpos desnudos descansan en la penumbra, puedo decirlo con total sinceridad. Desde que nací has estado a mi lado, has sido mi criada, pero yo nunca te vi como tal. Para mí siempre fuiste la niña de la cocina. Aquella con su lacito y su delantal remendado, que no paraba de reír cuando su madre le hacía cosquillas. Para mí siempre has sido simplemente tú, el cariño hecho persona, la amabilidad encarnada en un perfecto cuerpo de mujer, y ahora que estamos juntos ya nada nos volverá a separar. Al alba, pienso decirle a mi padre que la mujer con la que deseo compartir mi vida eres tú.


- ¡No! Si lo haces me matará y hará parecer que fue un accidente. No puedes decirle nada. Prefiero vivir una vida sirviéndote y viendo cómo otra te toca, a vivir una vida sin tenerte cerca. Nunca podría aguantarlo. Sólo te pido una cosa, prométeme que siempre seré yo la mujer a la que ames, que siempre seré yo la mujer con la que quieras estar, y yo me conformaré con tenerte en mi regazo cuando la luna nos de un respiro, cuando el sol nos oculte tras sus rayos. Esperaré todo lo que haga falta, incluso hasta la muerte. Pero dime que estarás a mi lado, aunque sea en la distancia.


- Nunca te dejaré, aunque tenga que vivir alejado de la nobleza, aunque mi vida se resuma a una granja y un puñado de gallinas, estaré contigo hasta el final de mis días, aun cuando el sol se apague y las tinieblas gobiernen el firmamento. Estaré a tu lado porque lo eres todo para mí y sin ti, no soy nada.

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